Todo lo que necesitas saber sobre el mosh pit

Un tutorial de John Karra y Youtube para Thisismadness

 

Antes de decir nada, primero vamos a dejar claro qué NO es pogo ni moshing:

Tras esta aclaración, procedo.

 


Un poco de historia


Hoy voy a enseñaros algo sobre el baile más exquisito y delicado: el pogo. Porque el famoso moshing no fue tiene un origen metálico, sino que es hijo del punk. Fue inventado en los ’70, concretamente por uno de mis yonkis más queridos: Sid Vicious; harto de no ver en los conciertos, se dedicaba a pegar brincos cual alegre Muellín, desencadenando una fiebre por el cachondo baile plagado de saltos, empujones, vueltas y más vueltas.

1ª lección: ¡Baila pogo!


No me malinterpretéis, no se trata de matar a codazos en la boca al de al lado; hay buen rollo, pero las botas reforzadas, pinchos y cadenas pueden hacer pupita aunque no haya intención (y los gilipollas también). Básicamente se trata de pasárselo bien aunque no se tenga el talento de Duffman (oooouh, yeeeaaahhh) para mover las caderas, pero (en contra de lo que aconseja esta pacifista) se puede utilizar con propósitos destructivos siguiendo el consejo de La Broma de Sstan (véase: “Baila Pogo Sobre Un Nazi”) o, si os gusta aplastar bichitos indefensos, atropellar a posibles emos perdidos que hayan acabado entre el público de tal concierto. Veamos una demostración apta para todos los públicos por parte de un verdadero experto en la materia:

El pogo es un excelente acompañamiento de movimientos más tradicionales del rock y sus ramas, como el stage diving y el crowd surfing (de toda la vida, tirarse del escenario y, en caso de que los compañeros no te hagan la gracia, pasar de mano en mano, posiblemente con eróticos resultados) y también del “instrument destruction” por parte de los anfitriones (lo que viene a ser dar golpe de remo, pero con la guitarra, el bajo, el pie del micro o cualquier instrumento, generalmente con consecuencias nefastas para el batería).


Aquellos maravillosos '80 

Con la progresiva BRUTALización de la música y los directos (aunque el punk más clásico no tenga nada que envidiar a géneros posteriores), la pasión por esta peculiar danza de la alegría se extendió al hardcore y al metal, dando este último nombre a la nueva variante: el “moshing”, que les ha valido a muchos metaleros el título de “mosheros” en Latinoamérica, como bien nos enseñaron los Querubines Negros del Molocotongo.

 

Para empezar, la mejor definición que se puede dar a esta variante nos la traen nuestros científicos más queridos:

2ª lección: ¡Es la hora del mosh pit!

Como bien dice Eddie Riggs, “Habría que probar eso del mosh pit”. La variante básica del moshing o slamming es con la que la mayoría de nosotr@s estamos ya familiarizad@s. Los pasos básicos lo hacen asemejarse bastante al pogo tradicional: saltos, balanceos laterales, movimiento de brazos y piernas (que, en función de la flexibilidad del bailarín, pueden alcanzar las orejas de algún que otro Homo cayonensis), pero todo esto acompañado de todo tipo de headbanging (enérgicos asentimientos, sacudidas de perro mojado, centrifugación de melena…). Además de la fauna jebi, pueden encontrarse otros ejemplos dignos de mención:

3ª lección: el Circle Pit


Básicamente se trata de lo que su nombre indica. Yo prefiero llamarlo como llevo haciendo desde antes de conocer su nombre original: “el corro jebi de la patata”. El circle pit empieza a formarse donde antes estaba el montón en movimiento; los individuos se disponen a bailar una versión de la conga describiendo círculos como si bailaran la danza de la lluvia, lo que deja algo desorientados a los primerizos.

4ª lección: Wall of Death

Sí, amiguit@s; suena tan BRUTAL como es. La faceta más épica del metal se puede ver en esta variante surgida de los directos de Lamb Of God (que quitas el pecado del mundo). En un desesperado intento por vivir lo más cercano a una batalla a la antigua usanza, la muchedumbre se divide cual mar Rojo al ser dado con palo por Gand… estooo, Moisés, para chocar mitad contra mitad, como un ejército espartano contra una horda de uruk-hai. Ahora veréis lo que NO hay que hacer en caso de duda o pánico ante la inminencia de esta formación:

Pese a que, como se ha explicado anteriormente, el slamming hunde sus raíces en los ’70, se ha visto influenciado en su vertiente metálica por antiguas culturas como la celta en el surgimiento de este último movimiento.

 

Si bien el pogo/moshing no es un baile apropiado para personitas en una pobre condición física *ehm*, podemos atestiguar que no es lo mismo, por ejemplo, el slamming que se ve entre la nobleza de los jebis que la presión y el pasotismo de masas más heterogéneas. Como ya se ha indicado, el compañerismo es crucial para evitar el aplastamiento de los más enclenques, quienes agradecemos la camaradería que se promulga en esta cultura, como bien enseñan estos chiquillos:

Y esto, niños, es lo que se llama "dar el coñazo".

¡A BAILAR SE HA DICHO!