El más maloso del mes

Año I Número 2 (Junio 2010)

Este mes de junio el ganador de nuestro concurso de cabrones ilustres es un francés. Esto ya sería suficiente para ubicarlo en esta sección pero además es que se trata de un lord del sith y de un tipo bastante hijoputa en general, aunque por lo menos tiene una cosa buena: que murió hace 295 años.

Luis XIV con su sable láser preparado
Luis XIV con su sable láser preparado
El Cardenal Richelieu pulsando F7
El Cardenal Richelieu pulsando F7

Louis-Dieudonné, conocido como el Darth Luis o El Rey Sith nació en Saint-Germain-du-Côté-Obscur en 1638. Al entonces rey Luis XIII le dijeron que era hijo suyo y el pobre inocente se lo creyó, a pesar de que toda Europa sabía que el monarca era impotente y que eran sus mosqueteros los que hacían "todo por el Rey". Los historiadores han atribuido la paternidad de nuestro personaje, bien al cardenal Richelieu (izquierda), conocido seguidor de la secta de los Discípulos de Ragnos, o bien al misterioso mosquetero sith Darth Agnan, figura que algunos creen ficticia, solo conocida por un holocrón novelesco publicado por Alejandro Dumas. Pero a Luis XIII le hizo mucha ilusión eso de tener un heredero y no tardó en nombrarlo Delfín.

 

Esto no es sino otra prueba de su innata maldad, conociendo como conocemos el abyecto carácter de los delfines. Luis creció como un payaso saltarín y zampaatunes hasta los cinco años, cuando ascendió al trono de Francia tras la muerte de Luis XIII, en la que al parecer no tuvo nada qué ver, aunque tampoco nos extrañaría. Como premonición de lo que iba a suceder en los siguientes años, a los cuatro días exactos de la coronación del mocoso real, tuvo lugar la Batalla de Rocroi, en la que los franceses masacraron vilmente a los tercios españoles. Se cree que al enterarse de esta victoria, Luis estaba tan contento que se le escaparon sus primeros rayos azules de la muerte, lo que le convertiría en el sith más precoz en adquirir esta habilidad.

 

Nada más acabar la Guerra de los Treinta Años tuvo que hacer frente a problemas internos, como la Fronda, una Alianza Rebelde de nobles a la que tuvo que perseguir y defenestrar con una mano mientras con la otra ocupaba Cataluña hasta que los españoles se arrastraron y negociaron la paz. Así Luis se convirtió en el personaje más poderoso de Europa y como el poder corrompe no tardó en caer en el Reverso Absoluto de la Monarquía. Para satisfacer su hinchado ego, ordenó la construcción de una obra monstruosa, una auténtica ciudad palaciega para su Corte. Se cuenta que cuando cierto embajador jedi inglés que había asistido a la inauguración, informó a sus superiores del asunto, sus palabras fueron "That's no moon... It's Versailles".

El Palacio de Versalles sobrevolado por una exhibición de las fuerzas francesas
El Palacio de Versalles sobrevolado por una exhibición de las fuerzas francesas

La ambición sin límites de Luis lo llevó a nuevas guerras contra España para humillarla del todo, así como contra Holanda. Su gran rival en Europa, el que mantenía el equilibrio de la Fuerza, era el Emperador del Sacro Imperio, pero su gran enfrentamiento, el duelo del destino de Europa, debería esperar todavía unas décadas.

La gran oprtunidad de resolver la tensión llegaría de la mano de España, quién lo iba a decir. El rey Carlos II... en fin, no creo que haga falta decir mucho. Hay quien cree que estaba bajo los efectos del truco mental de Luis XIV pero en opinión de este humilde historiador, tampoco hacía falta tomarse el esfuerzo; Carlitos ya estaba bastante tocado de por sí. El caso es que nadie esperaba que Carlos II durara mucho, y menos que un tío que ni siquiera había aprendido a mear de pie fuera capaz de tener herederos, así que la lucha por los restos del Imperio Español estaba servida. Las posesiones en Italia, Flandes, las colonias en el Borde Exterior (a.k.a. América) eran un sabroso bocado para cualquier monarca. Luis y el Emperador alemán negociaron el reparto en diversos acuerdos, y cuando parecía que habían llegado a un acuerdo por el que Carlos nombraba heredero a un niño loco alemán y los mayores podrían repartirse el pastel a gusto, al niño le dio por morirse. Tampoco se ha constatado la participación de Luis en esta muerte, aunque los rumeores fueron muchos.

 

Entonces la polémica se desató entre el hijo del emperador, el Archiduque Carlos, y el nieto y aprendiz de Luis, Felipe de Anjou. Carlos II, en su agonía entregó la corona a Felipe prohibiendo expresamente el reparto de la Monarquía. En ese momento Luis dijo su famosa frase "¡Los franceses dominaremos Europa!" y como parecía que iba en serio, el mundo declaró la guerra a Francia y España. El equilibrio de la Fuerza en Europa se había roto. Felipe llegó a España con precisas instrucciones de su maestro y así la Monarquía española se puso al servicio del Lado Oscuro, hasta que Luis, viendo que la guerra se le ponía mustia y que la Fuerza no estaba con él, empezó a negociar la paz por su cuenta con el Consejo Jedi Inglés, subastando las posesiones españolas al mejor postor, sin conocimiento de la propia España, dejando vendido a su fiel acólito Felipe, al que no le quedó otra que apechugar y ceder.

Tras la guerra, Luis había logrado extender los tentáculos de su maldad por Europa, ya que la corrupta extirpe sith de los Borbones se instaló no solo en España, sino posteriormente también en los reinos de Italia, a pesar de los esfuerzos de los jedis ingleses por volver al equilibrio. Luis no vivió para contemplar este triunfo, ya que falleció entre siniestras carcajadas en 1715. Con su muerte, se cierra uno de los capítulos más oscuros de la Historia Moderna.